15 de Agosto – La Asunción de la Virgen

El 15 de agosto la Iglesia celebra que Cristo se llevó al cielo a su Madre. (Festivo de precepto).

Con motivo de la solemnidad de la Asunción de María, el patriarca latino de Jerusalén nos invita a invocar la paz por intercesión de la Virgen

El patriarca Pizzaballa reflexiona sobre la situación actual, mencionando que, después de haber agotado todas las palabras y esfuerzos para ayudar, solo nos queda rezar. En su mensaje, hace un llamado a las parroquias, comunidades religiosas y a los pocos peregrinos que se encuentran en Tierra Santa, a encomendar a María el deseo común de paz. Nos anima a rezar para que, en esta larga noche que vivimos, la intercesión de María Santísima traiga un rayo de luz para nosotros y para el mundo entero.

Por ello, al finalizar cada misa del 15 de agosto, en la parroquia San Josemaría rezaremos una oración especial de intercesión ante la Santísima Virgen María por la paz.

En su mensaje, el patriarca lamenta la prolongación de la guerra y el sufrimiento que sigue causando, especialmente porque el conflicto parece estar alimentado por el odio, el resentimiento y el desprecio, intensificando la violencia y alejando la posibilidad de encontrar soluciones. Reconoce que esto hace difícil vislumbrar una salida y que el diálogo sobre un futuro pacífico se ha vuelto cada vez más complicado.

Sin embargo, el patriarca también señala que estos días podrían ser cruciales para revertir el curso del conflicto, especialmente el 15 de agosto. Las negociaciones de paz, auspiciadas por Qatar, Egipto y Estados Unidos, ofrecen una esperanza significativa para detener momentáneamente el conflicto. Los tres mediadores han instado a Israel y Hamas a reanudar las conversaciones precisamente en esta fecha.

Súplica por la paz a la Santísima Virgen María Asunta a los cielos

Gloriosa Madre de Dios,
exaltada sobre los coros de los ángeles,
intercede por nosotros con el arcángel san Miguel,
con todas las potencias angélicas de los cielos
y todos los santos,
ante tu Santísimo y amadísimo Hijo, Señor y maestro.

Obtén para esta Tierra Santa,
para todos sus hijos y para toda la humanidad
el don de la reconciliación y la paz.

Que tu profecía se cumpla:
sean dispersos los soberbios
en los pensamientos de sus corazones;
sean derribados de sus tronos los poderosos,
y finalmente sean enaltecidos los humildes;
sean colmados de bienes los hambrientos,
sean reconocidos como hijos de Dios
los que procuran la paz y los mansos hereden la tierra.

Nos lo conceda Jesucristo, tu Hijo,
que hoy te ha exaltado sobre los coros de los ángeles,
te ha ceñido con la corona del reino,
y te ha puesto en el trono del eterno esplendor.
A Él sea honor y gloria por los siglos de los siglos.
Amén.

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